Restauración: La Historia De Todos Nosotros
La
restauración es un tema apasionante. Restaurar significa volver a
poner una cosa en el estado que antes tenía. Si le pidiera que reparara una silla vieja con una pata rota, suponiendo que usted fuera carpintero, se
entendería que le estoy pidiendo que haga lo necesario para que opere bien, aunque no logre que recupere las cualidades que tenía cuando estaba nueva.
Sin embargo, si le pido que haga un trabajo de restauración con la silla, entendería que le
estoy pidiendo que la trabaje hasta el punto que haga que la silla recupere en lo mejor que se pueda las
cualidades y caracteristicas que ostentaba en su estado original.
La
restauración presupone que algo en nuestro diseño se dañó, se
estropeó. El pecado es el que causa ese daño que solo es reparable
por medio del poder de Dios. El daño que el pecado ocasiona nos
impide funcionar de la manera que nuestro diseñador Dios quiso que
funcionaramos. No funcionamos bien como esposos, esposas, hijos,
padres; no funcionamos en el ministerio, el servicio, el trabajo,...
y necesitamos no una reparación, sino que se trabaje con nosotros
hasta que se nos vuelva a la condición que nos permita funcionar
como el diseñador Dios quiere que funcionemos. Es por eso que la restauración es la historia de todos nosotros. Todo ser humano necesita o ha necesitado ser restaurado. Algunos en mayor o menor medida, pero todos hemos fallado al diseñador y a Su diseño y solo El nos restaura a lo que es Su intención original que seamos.
Dios
es el pionero de la restauración en la historia de la humanidad.
Comenzó en el Edén, dándole al hombre promesas de restauración
que se cumplirían en su totalidad a través de la simiente de la
mujer, la cual es Cristo. Continuó a lo largo de la historia, con
individuos, familias, pueblos y naciones. En toda la historia bíblica
se trata de alguna u otra manera con la restauración de vidas. Hoy
en día Dios sigue restaurando. Creo que todos nosotros, este autor y
usted que lee este artículo hemos necesitado o hemos recibido
restauración. Y una de las razones por las cuales inicio este blog
es porque creo con todo mi corazón que Dios restaura en su totalidad. Dios levanta de lo
mas profundo y no hay situación de pecado de la cual Dios no pueda
sacar a una persona. Me atrevo a decir que en ciertas situaciones lo
que Dios logra con la restauración lleva al restaurado a niveles aún
más altos de intimidad y comunión con Dios en comparación con lo
que este vivía antes de la caida. En futuras publicaciones veremos
como funcionó eso en vidas como las de Pedro y el mismo rey David, el
hombre conforme al corazón de Dios.
La
epístola de Pablo a los Gálatas señala el ministerio de la
restauración como una encomienda que debería
ser prioridad en la práctica de todos los creyentes, especificamente
cuando se trata de aquellos que han caido. Galatas 6:1: "Hermanos,
si alguien es sorprendido en pecado, ustedes que son espirituales
deben restaurarlo con una actitud humilde. Pero cuídese cada uno,
porque también puede ser tentado." (NVI)
De
este texto se desprenden enseñanzas y principios cardinales en
cuanto a la restauración:
- La restauración parte del hecho de que se tienen pruebas irrefutables en cuanto a la falta o faltas que una persona ha cometido. No se trata del famoso: "andan diciendo por ahí", o "se comenta de fulano". Añadido a esto, la admisión de culpa por parte del que necesita ser restaurado es un elemento esencial. No se puede restaurar a alguien que no admite que ha fallado, cuando en realidad lo ha hecho.
- Se sobreentiende que la restauración es una tarea que involucra a otros. Una persona podría levantarse por si sola. Pero el texto comunica que es tarea de aquellos que "son espirituales": hombres y mujeres llenos de amor y compasión, personas que probablemente han pasado por procesos de restauración ellos mismos, gente en plena comunión con Dios.
- Se requiere de una actitud humilde. Y esto es interesante porque muchos nos ofendemos y reaccionamos con frustración, arrogancia y a veces rechazo en contra del que ha caido. De hecho algunos dirían que esa es la actitud correcta, pues demuestra nuestro rechazo al pecado. Sin embargo, rechazar el pecado no debe constituir un rechazo al pecador. La humildad es la actitud que nos lleva a considerar al caido de la misma manera que Jesús consideró a la mujer sorprendida en adulterio, a Zaqueo, a Pedro o a Saulo.
- Tenemos que mirarnos en el espejo del caido. Por la sensilla razón de que podríamos ser nosotros los caidos. Cuantos hemos cometido el error de engañarnos con expresiones tales como "a mi no me va a pasar", o "yo nunca haría eso". En lugar de lo cual deberiamos con humildad pedir que Dios nos libre e interceder, ayudar y restaurar al caido como quisieramos que se hiciera con nosotros.
Dios
restaura y lo hace a través de gente que cree en la restauración.
Hay una luz inmensa y gloriosa al final del túnel de los que admiten
sus errores y buscan al Dios que restaura, aunque en este momento lidies con la verguenza, la culpa y el
miedo. Se puede comenzar de nuevo. Se puede comenzar desde cero. Y es
posible que ese nuevo comienzo sea aún mas glorioso y poderoso,
envuelto en una intimidad y en un conocer a Dios que nunca antes
habías experimentado. Para aquellos que trabajan con los caidos o
que oran por ellos, la semilla de amor y corrección que siembras hoy
verá su fruto, pues todo lo que sembramos cosecharemos. No te
canses de hacer el bien. No abandones al caido.
Juan Alberto Ovalle. Es predicador de la Palabra de Dios, comunicador, profesor de teología y autor. Actualmente esta casado con Luz del Alba Soto, con la cual comparte el ministerio de la Palabra y tiene dos hijos, David y Jonatan. Vive en Lawrence, Massachussetts.
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Dios le bendiga y lo siga usando,un tremendo exponente de la palabra de Dios��
ResponderBorrarAmén amada hermana. Dios le bendiga. Gracias por su comentario.
BorrarHermano estamos con usted, siempre de la mano, Dios te bendiga.
ResponderBorrarAmén. Gracias Germán. También contigo de la mano. Dios te siga usando en el ministerio Hombres de Dios de la manera que lo hace.
BorrarMuy buen articulo. Edificante, sencillo y necesario. Espero muchos podamos al leerlo; dejarse trabajar.
ResponderBorrarEsa es nuestra oración tambien. Gracias por su comentario.
BorrarLa secta de los Fariseos eran personas que nunca se veían en el espejo del caído, por el contrario, siempre estaban prestos a acusar a aquellos que entendían que habían fallado, sin embargo ellos mismos no cumplían con las leyes que esperaban que otros cumpliesen, y en otros casos violaban mas que ninguno las leyes de Dios, muchas veces por cumplir tradiciones de hombres. El verdadero creyente esta llamado a ver con ojos de amor y misericordia al caído y buscar restaurarle, siempre teniendo en cuenta que somos imperfectos y estamos propensos a caer. Que Dios nos ayude.
ResponderBorrarExcelente obsevación. Permíteme añadir que en estos tiempos aquellos que siguen el camino de los fariseos necesitan tanto de restauración como aquellos que ellos mismos condenan. Es irónico. No es cierto? En el escenario de la mujer sorprendida en adulterio había una mujer necesitada de restauración rodeada de legalistas que tenían más necesidad que ella. Si, que Dios nos ayude!
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