El Padre Amante - Parábola
Un hombre tenía un hijo, quien siendo ya un joven quiso visitar una provincia de la cual había escuchado hablar mucho. Su padre le aconsejó sobre los peligros de ese lugar, lleno de lujurias y pecados. Para no disgustar a su padre, el hijo, movido por un ardiente deseo se fue a aquella ciudad a escondidas curioseando, urgando y poco a poco envolviendose en las corrupciones de aquel lugar. Al regresar a la casa irbanó mentiras para ocultar la verdad sobre su ausencia. Pasó el tiempo y el hijo repitió una y otra vez aquellos viajes secretos hasta que se acomodó a su doble vida.
Un día, el padre, informado de la conducta del muchacho lo confrontó. Ofendido y disgustado, el hijo, tomó sus pertenencias y ahorros y se fue de la casa a vivir en aquella provincia. Allí le dió rienda suelta a sus pasiones y deseos. Pero una gran hambre vino a aquel lugar. Y el muchacho, que había desperdiciado todo lo que tenía, comenzó a mendigar. Era tanta su miseria y la de aquella provincia que se arrimó al lado de una pocilga con los cerdos. Y deseaba comer de lo que comían los cerdos, pero no se lo permitían. Un día, se encontró llorando, recordando las buenas cosas y el amor que disfrutaba en casa de su padre. Y dijo para si: "Este es mi destino. Jamás me levantaré. Aunque volviera a mi padre arrepentido, sé que no me recibiría. Ni siquiera me permitiría ser uno de sus jornaleros".
No había terminado de hablar, cuando escuchó a la distancia la voz de alguien que gritaba su nombre. Era su padre. Corrió a esconderse entre los cerdos para que no lo viera. Pero el padre, movido a misericordia, le dijo: "Hijo, te he buscado y te he encontrado. Vuelve conmigo a casa". El hijo le respondió: "Alejate de mí, padre. No soy digno de ser llamado tu hijo. Ni siquiera merezco ser como uno de tus jornaleros". Pero el padre, entrando a la pocilga caminó entre los cerdos y el fango, y abrazando a su hijo le dijo: "No me iré de aquí sin tí". El hijo, entre sollozos le respondió: "Padre, tus vestiduras se están ensuciando. No me toques". Pero el padre lo abrazó nuevamente y lo besó, mientras el lodo que envolvía a su hijo se confundía con sus vestiduras.
Vencido por el amor de su padre, le dijo: "Perdóname, perdóname padre mio. He pecado contra el cielo y contra ti". Entre sollozos, se levantó el hijo y salió de aquel lugar abrazado por su padre. Al verlos caminar por las calles, los moradores de la provincia comenzaron a burlarse y a decirles improperios. Ante lo cual el hijo dijo: "Padre no mereces que te traten así. Fui yo el que pequé". El padre, con una sonrisa en sus labios le dijo: "No solo esto haría por ti. Hasta mi vida daré por la tuya, porque te amo".
Al llegar cerca de la casa del padre, los jornaleros corrieron a ayudarlos. Y el padre les dijo: "Báñenlo, pónganle el mejor vestido, calzado nuevo en sus pies y un anillo de oro en su dedo y preparemos fiesta, pues este mi hijo muerto era y ha revivido, estaba perdido y lo he encontrado". Y comenzaron a celebrar y a regocijarse. Así, hay mas gozo en el cielo por una vida restaurada que por cien que no necesitan restauración.
Juan Alberto Ovalle. Es predicador de la Palabra de Dios, comunicador, profesor de teología y autor. Actualmente esta casado con Luz del Alba Soto, con la cual comparte el ministerio de la Palabra y tiene dos hijos, David y Jonatan. Vive en Lawrence, Massachussetts.
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Wow tremenda muestra de amor,es de humanos equivocarse,debemos buscar y apoyar al que cae ,al que se desvia,solo un acto de amor puede lograr eso,,Dios como centro de nuestras vidas,nos puede hacer ese acto de amor tan necesario a muchos.
ResponderBorrarDios le continue bendiciendo hno Ovalle,diferente version del hijo prodigo,pero que gran amor por parte del padre,el amor todo lo puede.
Gracias por el comentario. Así es. Creó que cada uno de nosotros escribiría una parábola similar ilustrando su propia historia. Y es verdad que el amor de Dios va más allá de nuestra desesperanza. Le estoy pidiendo al Señor que algún pródigo la tome para si, honre el amor de Dios y vuelva a casa.
BorrarGloria a Dios, El siempre toma la iniciativa al momento de buscarnos, limpiarnos y restaurarnos con amor eterno.
ResponderBorrarDios le continúe bendiciendo pastor
A ti tambien mi hermano. Esa es la manera de Dios obrar. Le amamos a El porque el nos amó primero. Su amor siempre nos gana.
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