Confrontación Con Amor: El Modelo De Jesús (Primera Parte)


¿Cómo acercarnos al hermano que ha cometido alguna falta? Antes de analizar los principios que se desprenden de Mateo 18:15-19, quiero llamar su atención al propósito mismo de hacer lo que Jesús nos dice en el pasaje. En los versículos anteriores Jesús presenta la conocida parábola de la oveja perdida y finaliza diciendo, “Así, no es la voluntad de vuestro Padre que está en los cielos, que se pierda uno de estos pequeños.” (vers. 14). Este es el propósito. Lo que continúa está directamente relacionado con este deseo de Dios: “Por tanto (en conexión con lo anterior), si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él sólos;” (Mateo 18:15a ). 

Le animo a que la palabra “reprender” no le lleve a predisponerse ante este tema. Sé que en nuestros días el lenguaje psicoterapéutico nos ha dado términos que suenan mas elegantes al respecto. A esto se añade un mal uso de la acción misma de reprender que han contribuido a la impopularidad de esta expresión. Pero es esta la palabra que el Espíritu Santo escogió para darnos un proceso maravilloso que puede llevar a la restauración de una vida y debe ser explicada correctamente a la luz de la misma Biblia. Ser confrontados o reprendidos por la Palabra de Dios o por El Espíritu Santo es parte de lo que Dios quiere que suceda cuando nuestras vidas necesitan corrección.




No todas las faltas requieren aplicar este modelo. Dependiendo del nivel de la falta, se requerirá posiblemente solo una mención, un llamado leve de atención, una simple amonestación. En ocasiones eso se hace en el mismo momento que ocurre la ofensa haya o no otras personas presentes, como cuando alguien le levanta la voz a otra persona en un grupo. Pero, otras veces hay que ajustarse a este modelo por la gravedad del caso, las implicaciones o el dolor que cause el ofensor.  

Ahora bien, teniendo en cuenta que el deseo de Dios es que no se pierda nuestro hermano, la confrontación o la reprensión a cualquier nivel debe ser hecha con sabiduría, amor, misericordia y verdad. No debe haber rechazo o menosprecio o maltratar al que en realidad lo que necesita es ayuda. No se debe humillar o avergonzar. Contrario a lo que sucede en los medios de comunicación o los tribunales, la iglesia no está llamada solo a denunciar a un hermano o a condenarlo; su llamado es a restaurar.

Pero tambien debo decir que existen iglesias hoy en día que no llaman la atención en ningún sentido a las personas que pecan dentro de su seno. Hay un movimiento a nivel de grandes grupos para que no se use la palabra pecado en el lenguaje de sus púlpitos. Asimismo, iglesias hoy en día no ejercen la práctica bíblica de disciplinar a sus miembros que pecan y llevarlos a una restauración basada en principios bíblicos. Todos los extremos son nocivos y peligrosos. La verdad está en el centro de las enseñanzas de Jesús.

Veamos estos pasos:

Paso # 1: Encuentro Uno A Uno
Paso # 2: Encuentro Con Testigos
Paso # 3: La Iglesia Participando
Paso # 4: Excomunión

En esta ocasión veremos el paso uno y en un proximo artículo analizaremos los tres restantes:

Paso # 1: Encuentro Uno A Uno

“Por tanto, si tu hermano peca contra ti, vé y repréndele estando tú y él solos.” (Mateo 18:15). No dice este pasaje que lo primero que debamos hacer al ver a nuestro hermano pecar contra nosotros es decirlo a otros. Aunque la exepción a la regla sería que lo notifiquemos a una autoridad espiritual como el pastor, en caso de que entendamos que no tenemos la capacidad espiritual para tratar con la situación. En todo caso, esta es una puerta cerrada a llevar el error de mi hermano a terceros en la forma de comentario, chisme o murmuración. Esto se hace a veces bajo el velo de que nuestra intención es que oremos o que nos preocupa el hermano. Esta acción hipócrita es más bien incitada por el maligno que busca la destrucción de vidas en lugar de restauración. Al mismo tiempo que debemos cuidarnos de no ser usados por el enemigo, debemos evitar que nos usen para sembrar en nuestros corazones cosas que nos predispongan en contra de alguien. Siempre debemos insistir que la persona que tiene conocimiento sobre asuntos de un hermano, vaya directamente a él con una actitud espiritual y dispuesto a aplicar este primer paso.

Aunque es evidente que el pasaje habla primordialmente de un hermano que nos ofende o daña directamente, entendemos también que las acciones pecaminosas de un hermano pueden afectar a todos los que integran el cuerpo de Cristo, la iglesia, y primordialmente a Dios. Esta no es una invitación a convertirnos en detectives de pecados o a inmiscuirnos en situaciones que envuelven a otras personas sin haber sido invitados. Se trata de mostrar sensibilidad si vemos que nuestro hermano necesita ayuda en la forma de restauración. 

Observe que Jesús nos invita a nosotros a dar el paso de acercamiento: “ve”. Contrario a que nos dediquemos solamente a orar sin tomar otra acción o que tomemos la posición de esperar que sea el hermano que se acerque a nosotros. Note también que la reprensión debe hacerse en privado, sin la participación de ninguna otra persona, en un lugar y ambiente apartado de toda ingerencia de otros. La idea de Jesús es simple: al presentar una reprensión en privado sabia, en misericordia y verdad, nos dice: “Si te oyere, has ganado a tu hermano.” En otras palabras, ahí mismo termina el paso de la reprensión. Luego de cumplir con este paso, si el pecado del hermano envuelve a otras personas además de nuestra persona o si la situación lo requiere entonces emprendemos pasos como los sugeridos en el Programa de Restauración de nuestro artículo anterior.

Antes, durante y despues de cualquier encuentro para aplicar esta verdad, es recomendable:

  1. Orar suficiente y fervientemente por el hermano, la situación, personas involucradas o afectadas y por nosotros mismos pidiendo a Dios la sabiduría que necesitemos para lograr restauración.
  2. Asegurarnos de que nuestra actitud es espiritual, no en la carne o motivada por la frustración que la situación nos cause. (Galatas 6:1).
  3. Verificar que nuestro amor por el hermano es auténtico. (Proverbios 27:6).
  4. Vestirnos de humildad y mansedumbre. (2 Timoteo 2:24).
  5. Asegurarnos de que estamos motivados por la misericordia y respaldados por la verdad y no guiados por comentarios, sospechas o suspicacias. (Proverbios 16:6).
  6. Asegurarnos que utilizaremos las palabras adecuadas al caso.
  7. Ir con una dispocisión de acompañar y sanar heridas, en lugar de acusar y enrostrar. Que sea la Palabra de Dios y el Espíritu Santo los que se encarguen de convencer de pecado. (Juan 16:8).
En nuestro proximo artículo veremos los siguientes tres pasos que Jesús nos ordena poner en práctica para confrontar con amor y que no se pierda mi hermano.




Juan Alberto Ovalle. Es predicador de la Palabra de Dios, comunicador, profesor de teología y autor.  Actualmente esta casado con Luz del Alba Soto, con la cual comparte el ministerio de la Palabra y tiene dos hijos, David y Jonatan.  Vive en Lawrence, Massachussetts.



Comparte, suscríbete para recibir notificaciones de nuevos artículos y si así lo sientes participa con tus comentarios sobre los artículos de este blog. Juntos ayudemos a promover una nueva cultura de restauración de vidas.







Comentarios

Entradas más populares de este blog

Arrepentimiento Verdadero (Primera Parte): Cuando El Arrepentimiento Es Falso.

Restauración: La Historia De Todos Nosotros

Propuesta Para Un Programa De Restauración Paso a Paso. (Primera Parte).