Propuesta Para Un Programa De Restauración Paso a Paso. (Primera Parte).

 

Cómo trabajar la restauración de una vida paso a paso. Este es un desafío de grandes proporciones. Esta es una 
propuesta. La sujeto a la revisión de muchos otros hombres y mujeres de Dios que han entregado sus vidas a la tarea de restaurar. Espero que pueda ser una herrramienta para aquellos que trabajan con los que necesitan restauración y que sea como una especie de puntos de verificación para aquellos que están en el proceso de ser restaurados. Lo que proponemos es aplicar el proceso de restauración de manera programada reconociendo dos cosas: 1) La Biblia es el fundamento y marco de referencia para la restauración. 2) El Espíritu Santo requerirá extrema sensibilidad a su guianza tanto de restauradores como de aquellos que necesitan restauración.


Queremos observar que en ocasiones es fácil confundir la totalidad del proceso de restauración con parte del mismo o considerar el proceso como concluido cuando solo se ha producido un avance parcial. Como por ejemplo, cuando una persona experimenta llanto como consecuencia del remordimiento y aún avanza a la confesión. Eso se ha tomado a veces como el final del proceso y en algunos casos podría ser. Pero bíblicamente hay una serie de consideraciones que no se deben dejar de lado. 

Creo que la meta de todo programa de restauración debe ser calidad de vida, no solo lidiar con una falta cometida o evitar que vuelva a ocurrir, aunque eso esta incluido. Se trata de aprender a vivir en santidad y en abundancia todos los días de nuestras vidas; establecer convicciones, conocer mejor a Dios y a nosotros mismos; aprender a usar herramientas, aprender a diseñar planes específicos que nos lleven a ser mejores personas y mejores instrumentos en las manos de Dios. Esa es la meta. Dicho esto, veamos el plan sugerido. Tiene 9 partes:

1. Confrontación
2. Confesión
3. Enfasis en la esperanza
4. Trabajar con los pilares y los cimientos de la vida santa
5. Exploración histórica
6. Disciplinas espirituales y nuevos hábitos
7. Empatía y lidiar con el egoismo
8. Declaración de pacto con compromiso
9. Tiempo y cuidado personal en comunidad

En este artículo exploraremos los primeros cuatro pasos:


1. Confrontación

Hay veces que la confrontación no es necesaria, pues en muchos casos, cuando alguien es “sorprendido en alguna falta” (Galatas 6:1), lo que se produce casi de inmediato es la admisión de la falta cometida. Sin embargo, no siempre es así. Jesús utiliza la palabra "reprender" en Mateo 18:13. que significa "llamar la atención de una persona desaprobando lo que ha hecho." No es una palabra popular el día de hoy, pero es la que el Espíritu Santo nos dió porque es lo que Dios quiere que se haga en el proceso. En el caso de David y casos del presente consiste en tomar el papel del profeta Natán y atreverse a llamar la atención del ofensor con sabiduría, valentia, compasión y humildad. Valentía con verdad, porque sin la verdad total no hay corrección total (Proverbios 6:6) y con humildad y compasión porque el que restaura debe verse en los zapatos del ofensor: “considerandote a ti mismo” (Galatas 6:1). En ocasiones hay una resistencia abierta a la confrontación aún cuando el pecado es evidente. Muchos de nosotros activamos mecanismos de defensa automáticos cuando nos vemos descubiertos y confrontados. Hay que ser pacientes, pero no se puede negociar. De ahí que a veces toma tiempo antes que una persona reciba la confrontación como una respuesta de Dios a su pecado y no como un ataque personal.

2. Confesión

La confesión a Dios en primer lugar (1 Juan 1:9, Salmo 32:5). Hay que guiar al caido a abrirse totalmente y en sinceridad a Dios en todos los aspectos en que la falta ha ocasionado un daño espiritual. Un pecado trae consigo muchas otras vertientes de maldad. El adulterio, por ejemplo, envuelve mentira, engaño, egoismo, etc. Así que, no es solo confesar “la falta” obvia y evidente, sino buscar sanidad espiritual en todos los aspectos. Esto puede que requiera tiempo, mientras se trabaja en identificar cada área. En el mismo sentido, confesar la falta a aquellos que han sido directamente afectados por la misma, de ser necesario. Esta confesión debe verse como parte de un programa extenso de sanidad tanto para el ofensor como para los ofendidos. En ocasiones, la confesión debe hacerse públicamente, por la misma razón, especialmente en el caso de personas en posición de liderazgo cuyas faltas también se han hecho públicas. Pero no creo que sea saludable una confesión pública a menos que sea necesaria para la sanidad de todos los afectados. También es importante evitar que la confesión produzca nuevas heridas o las ahonde. Sin embargo, sin confesión no se puede avanzar en un programa de restauración. No se puede restaurar a quien no reconoce su pecado y no se puede aplicar un programa de restauración sin que esta condición se haya cumplido.

3. Enfasis en la esperanza

Una vez se ha producido una confesión, es muy posible que la persona se enfrente a la desilución y decepción consigo mismo, sino es que ya ha estado navegando en esa condición desde antes. La desesperanza, al igual que una actitud defensiva pueden atrazar y hasta hacer que la restauración no se produzca. La misericordia de Dios es el tema para el arrepentido (Deuteronomio 7:9). Mientras que el juicio de Dios es el tema al que se enfrenta el que no se arrepiente. Hay que recomendarle a la persona volver al ABC de lo que significa volverse a Dios: Dios te ama y tiene un plan maravilloso para tu vida que el pecado no logrará frustrar. Aún en los casos en los que hay que retirar a un lider espiritual de un ministerio para trabajar en su restauración, el enfoque no es de penitencia o castigo. Debe verse como un soldado que ha sido herido en la batalla y necesita sanar las heridas para regresar a la guerra.

4. Trabajar con los pilares y los cimientos de la vida santa

El pecado, sea de una sola vez, repetido o como una adicción resquebraja los fundamentos y los pilares mismos de nuestras vidas, tanto espiritual como emocional y física (Proverbios 28:13). En algún momento comenzamos a no aborrecer lo que Dios aborrece. En base a mentiras y engaños de nuestra propia carne aceptamos, negociamos y aflojamos los fundamentos de la vida santa radical. Volver a recomponer y establecer fundamentos de santidad es la tarea que requiere mayor esfuerzo y dedicación. No basta el dolor del remordimiento o de las consecuencias, pues ese dolor se va en algún momento. Propongo que en esta parte del programa de restauración haya intencionalidad y directrices especificas que apunten al caso particular de la persona que ha de ser restaurada. El objetivo es simple: percibir, entender y apropiarse a partir de la Biblia de las verdades específicas que lleven a restablecer convicciones profundas. En mi propio caso tuve que inquirir en pasajes de la Biblia que me enrostraban y de la misma manera he trabajado tratando de que personas en proceso de restauración se enfrenten a la misma Palabra de Dios en las mismas áreas donde dejamos de ver la maldad de la misma manera que Dios la ve y dejamos de amar lo que es de Dios como Dios lo ama. Esta parte del proceso debe envolver separación o rompimiento con todo aquello que nos lleva a debilitarnos espiritualmente. Esto produce a veces dolor y quebranto, pero el fruto de justicia a largo plazo es dulce y es lo que Dios espera.

En nuestra siguiente publicación exploraremos los siguientes pasos. 



Juan Alberto Ovalle. Es predicador de la Palabra de Dios, comunicador, profesor de teología y autor.  Actualmente esta casado con Luz del Alba Soto, con la cual comparte el ministerio de la Palabra y tiene dos hijos, David y Jonatan.  Vive en Lawrence, Massachussetts y es miembro del cuerpo de ancianos-pastores de Gosén, Congregación Bíblica Cristiana en Santo Domingo.



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