Propuesta Para Un Programa De Restauración Paso a Paso. (Segunda parte).

En este nuevo artículo continuaremos explorando los pasos propuestos de un programa de restauración. Si no ha leido y analizado el anterior árticulo, le invito a que lo haga antes de leer esta publicación.


 5. Exploración histórica


Aquellos que no aprenden de su historia, la repetirán constantemente. Romanos 15:4 nos exhorta a aprender de la historia. Cuando los casos de pecado vienen acompañados de eventos repetitivos, sea de ciclos largos o cortos, se hace necesario trabajar con la persona a nivel de su propia historia, esto acompañado de lo antes dicho en el punto tres. Todos arrastramos deficiencias de nuestra niñez y juventud que a veces no superamos y se convierten en armas en nuestra contra para llevarnos de una caida a otra. En ocasiones hay que pedirle a la persona que escriba su biografía y comparta con su consejero elementos cruciales de su vida. Con la ayuda de una persona entrenada en consejería se deben identificar áreas de deficiencia en el desarrollo personal que necesiten ser reconocidas, fortalecidas o cambiadas. No todo lo que necesita una persona para producir cambios en su vida es de carácter espiritual, aunque opino que es lo mas importante. Hay una serie de elementos importantes que han dado como resultado la persona que somos hoy y el todo de lo que somos tiene que ser considerado al momento de buscar la restauración total e integral.

6. Disciplinas espirituales y nuevos hábitos

Se nos ha dicho que los hábitos se crean a partir de repeticiones. Un buen hábito sustituye a uno malo de la misma manera. Ayudar a crear hábitos de lectura bíblica, oración, no dejar de congregarse, mientras al mismo tiempo abandonamos todo lo que reprensente una influencia negativa o nociva. La meditación diaria en la Palabra de Dios (Salmo 1:1) es de vital importancia. Hay una diferencia entre hacer esto de una manera religiosa, costumbrista y ritual. Se trata de establecer encuentros con Dios y Su Palabra reales, sinceros y de corazón abierto. Al mismo tiempo hay que identificar áreas de addición y descuido, como uso compulsivo del celular, internet, la asociación con personas de mala influencia, el visitar lugares o envolverse en actividades que nos regresen a acciones o hábitos que debilitan nuestro avanzar en el proceso. Tenemos que cooperar cien por ciento con el Espíritu de Dios en la tarea de crear disciplinas espirituales y hábitos saludables. Una medida de  evaluación del progreso en los procesos de restauración es la responsabilidad con que la persona cumple con asignaciones encomendadas hacia la creación de un orden disciplinario que le ayude.

7. Empatía y lidiar con el egoismo

En principio experimentamos dolor por las perdidas y por la verguenza que viene como consecuencia de haber fallado. Diría que es una especie de autocompasión que nos debe llevar a buscar consolación y ayuda en Dios (2 Corintos 7:10). Pero la corona de la restauración es avanzar hacia un enfoque en los demás: Cuando podemos sentir dolor por el dolor que otros sienten por nuestros errores, cuando dejamos de autocompadecernos y sentimos compasión por los que sufren por causa de nosotros, cuando el freno a nuestras malas acciones no es solo lo que nos  puede pasar, sino un deseo que nos lleva hasta a las lágrimas por no ocasionarle heridas, ni dolor, especialmente a los que nos aman, incluyendo a Dios; esa es la corona del proceso de restauración. Se recomienda trabajar en una carta donde la persona evite el enfoque en si mismo y solo se concentre en expresar empatia y compasión hacía otras personas de acuerdo a como corresponda a su caso. Parece fácil. Pero no lo es. Esta carta es un ejercicio que nos ayuda a identificar el nivel de empatía y compasión por otros que hemos alcanzado.

8. Declaración de pacto con compromiso

Nehemias 9:38 señala “A causa de todo esto, nosotros hacemos un pacto fiel por escrito”. Hacer pactos y compromisos se ha convertido en algo muy común y que hemos visto aún en películas cristianas como Fireproof (A Prueba De Fuego). Lo hacemos continuamente en conferencias y retiros de hombres. En el caso de la restauración, creo que debemos esperar a que los puntos anteriores se cumplan antes de llegar aquí porque, en mi consideración, hacer pactos y compromisos sin convicciones claras, envueltos posiblemente sólo en la emoción no es efectivo. Recomendaría que escribir un compromiso con Dios, la familia, la iglesia o cualquier otro ente afectado sea una conclusión y no el inicio del proceso de restauración. Es aquí donde de manera intencional y práctica, pero resumida se aplica la totalidad de lo que hemos aprendido, de lo que hemos asimilado, lo que carga nuestro corazón luego que hemos caminado en el proceso y sabemos lo que ese compromiso representa y cual sería el costo de violarlo. Este es también un marco de evaluación y refererencia para aquellos que trabajan con los que necesitan restauración. Una vez presentado y evaluado se podria concluir que la persona necesita revisarlo o reescribirlo. En todo caso, debe ser su propio pacto de compromiso.

9. Tiempo y cuidado personal en comunidad

En ocasiones toma meses, en otras ocasiones años, pero la restauración total es posible. El tiempo es elemento de verificación indispensable. Mientras nos movemos en cualquier punto del proceso es necesario que demos cuenta de nuestras vidas a Dios y a personas significativas. No recomiendo a ninguna persona que viva aislado. Es un engaño considerar que no tenemos que darle cuentas a nadie. Elegir a personas confiables y de vida espiritual fortalecida para que sean parte de un grupo de “acountability” o dar cuenta es una necesidad hoy en día y lo ha sido siempre. Debe ser un grupo pequeño, escogido en oración. Reunirse periódicamente con esas personas confiables, aceptar, recibir y dar mentoría es el modelo de Dios para la iglesia y la vida en comunidad (Galatas 6:2). El propósito no es vigilarnos, sino cuidarnos, ayudarnos, apoyarnos. Conducirnos unos a otros a esa vida de calidad, ministerios de calidad en santidad, saludables, transparentes; vidas como la que Jesús vivió. Esa es una tarea de toda la vida.


Juan Alberto Ovalle. Es predicador de la Palabra de Dios, comunicador, profesor de teología y autor.  Actualmente esta casado con Luz del Alba Soto, con la cual comparte el ministerio de la Palabra y tiene dos hijos, David y Jonatan.  Vive en Lawrence, Massachussetts.



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